miércoles, 23 de octubre de 2013

Conmemoración a las víctimas de Paine, asesinadas en la Quebrada de los Quillayes.

En medio del silencio ceremonial del rito que convoca a unas 80 personas, se escucha la voz de Sonia que grita:
-“René, te amo”.
A continuación un espacio en blanco, retraído. Luego, se disculpa:

-Perdonen. Necesitaba gritar.


Han sido 4 décadas de búsqueda, de ansiedad y esperanza, de lucha y aguante. Sonia y el resto de las mujeres de la Agrupación de Familiares y Detenidos Desaparecidos de Paine, vuelven cada año a la Quebrada de Los Quillayes, en las cercanías del Lago de Rapel, Comuna de Melipilla, donde en el 2009 fueron reconocidos los restos de sus deudos. Restos que le dieron sentido y descanso a varias décadas de angustiosa pesquisa, tras huellas y pistas vagas, que no lograban completar el rompecabezas de la detención y posterior desaparición de 42 hombres de la comuna rural, tan distante de este lugar, un día de 16 de octubre de 1973.
En ese lugar, al amanecer, deslumbrados por el primer sol de la mañana no vieron venir las metrallas de los soldados que los habían hecho bajar al nicho de la quebrada. Sus cuerpos quedaron en compañía del viento, de la lluvia, de las estaciones, durante años. La operación “Retiro de Televisores” se llevó lo que quedaba, pero aún así persistió la voluntad de verdad, persistieron los pequeños registros, trozos de ropa, restos de anteojos, algunos huesos, piezas dentales que dieron luz cierta sobre 12 de las 24 víctimas. El resto de ellas, no pudo ser identificado.
Pasaron tres años, cinco, después dieciséis, y se alegraron porque con la llegada de la democracia se abrían nuevas posibilidades. Pero todavía debieron pasar 20 años más para que un testigo diera luces sobre las negaciones reiteradas del teniente Magaña, a cargo entonces de la operación de la Escuela de Infantería del Regimiento de San Bernardo, que costó la vida de 24 hombres de Paine Centro, 24 de Abril y Nuevo Sendero, sacados de sus hogares y llevados lejos. La información era vaga. Hubo que rastrear todas las quebradas del lugar (más de 40 excavaciones se llevaron a cabo) hasta que por fin el dolor y la paz se juntaron.
Año a año vuelven con sus hijos e hijas, con sus nietos y nietas, con la familia que crece, con los huesos y las carnes cansadas, vuelven con más arrugas; vuelven con flores y globos, con cruces de madera nueva, con lápidas recordatorias y cantos, vuelven con sus nombres que dicen en voz alta, con fotografías viejas renovadas a celebrar la resurrección, a conmemorar la persistencia de la vida, la victoria después del crimen; vuelven con alimentos y mantas para acompañar la muerte de quienes yacen allí. Vuelven a los días festivos que los reunían en torno al juego y la diversión.
La cita es en Paine. Dos buses y varios vehículos, en los que viaja también el Alcalde de Buin, Ángel Bozán, el concejal Juan Leonardo Maureira, Presidente de AFDD de Paine, jóvenes investigadores del INDH, camarógrafos y periodistas, el padre Baeza, que presidirá la misa, y representantes de la Corporación Paine, que coordina el trabajo de Memoria y Derechos Humanos en la Comuna, parten en caravana, cruzando caminos rurales, ríos y cerros por más de dos horas.
El largo recorrido rememora el itinerario de la muerte y cada año un itinerario de vida de las mujeres y familias que, sin tregua, buscan en la oscuridad, la luz de la reparación.

1 comentario:

  1. DESDE QUE SUPIMOS PARTE DE LA VERDAD, NO HEMOS DEJADO DE IR , AÑO TRAS AÑOS, Y NO LO DEJAREMOS DE HACER, YA LOS NIETOS, BIS NIETOS SABEN Y RECONOCEN ESTE LUGAR COMO UN MOMENTO DE REECUENTRO CON EL PADRE, ABUELO, EN PAZ, PERO SIN OLVIDO

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