Por Ronald Quinteros
Cuando chico, debe haber tenido 6 ó 7 años, mi viejo llegó junto a su familia a tomarse unos terrenos al sur de Santiago, sin duda una oportunidad para su familia de poder tener un lugar donde vivir. Llegaron en la madrugada del 30 de Octubre del año 57. Ese lugar fue bautizado como la población La Victoria.
A los 19 entró a militar al MIR, en esos tiempos conoció a mi mamá. Cuando llegó el Golpe se quedaron, no se fueron, la opción fue resistir o luchar o como quiera que eso se llame, hoy lo veo como una locura. A ellos les pareció lo más correcto y consecuente con lo que pensaban en ese entonces, así que casi sin quererlo (yo no tenía ni siquiera un año) pasamos todos a la clandestinidad.
En diciembre del 81 la bomba atómica cayó en mi casa. La brigada azul de la CNI dio con mi viejo, le montaron un operativo, lo atropellaron en la calle y cuando estaba en el piso lo rafaguearon…. no hubo ni una intención de llevarlo preso. En la casa estaba yo solo cuando comenzó el allanamiento (los dos operativos fueron en paralelo), quedé secuestrado con 9 años y fui negado a mis abuelas. Tuve la desgracia de conocer a Álvaro Corbalán en sus mejores tiempos, me interrogó en persona. Ya sé cómo suena pero fue amable, quizás le caí en gracia y me salvé. Pero nadie me torturó ni nada, me secuestraron, me interrogaron y cuando se aburrieron me dejaron en la casa de mi abuela. Nuestra casa fue saqueada, no nos devolvieron nada, ni juguetes, ni libros, ni ropa de cama, ni el ajedrez, ni platos o cucharas, ¡nada! El diario La Segunda puso en portada a mi viejo en pelotas con los cerdos de pie a su lado, con un titular que avalaba el crimen. Fue la coronación de la bomba atómica.
No quiero ahondar en el horror, a mi me llama la atención otra cosa. Mis viejos no se fueron, se quedaron y junto con ellos otros tantos más hicieron lo mismo. ¡Que par de cojones que tenían estos quijotes!
La foto de la izquierda es Vicuña Mackenna con Ñuble. Desde esos tiempos hasta hoy ha sido un punto de concentración de trabajadores por su posición geográfica. Pues bien, mi viejo con otros quijotes decidieron ir a poner un lienzo de saludo a los trabajadores (revolucionario, resistente y la wea) ahí en el puente. Eso que hoy parece insignificante en esos tiempos era una puta hazaña. Hicieron el lienzo, lo pintaron y enrollaron (era vertical). Mi viejo creó un mecanismo con un reloj despertador que cuando sonaba rompía unas ampollas con ácido que corroían las pitas con la que fue amarrado de esa forma se desplegaba (mi viejo un breaking bad sideral). Esa mañana yo lo acompañé a ver aquello, ultra advertido de no festejar y hacerse el guevón. Cuando desde la esquina vimos desplegarse el lienzo mi viejo solo me apretó la mano y sonrió. Se llenó de gente murmurando mientras miraban hacia el puente, mi viejo me llevó a paso lento a la micro, todos los pasajeros, incluido el chofer, iban mirando boquiabiertos hacia el puente, cómo podía haber un lienzo del MIR en esos momentos, en ese lugar y todavía sin que llegaran los pacos a sacarlo.
Esa acción diminuta, pequeña, es la valentía y el coraje personificados, eso es la resistencia francesa enfrentando a los nazis, es Lautaro conspirando contra los españoles, son los salitreros entrando en la escuela Santa María. ¿Qué quieren que les diga? De mi viejo me quedo con eso y no con el horror, sino con el honor que se le tiene a los que luchan, siento orgullo, mucho orgullo por mi viejo querido.
Fuente: Elquintopoder.cl
Emocionante testimonio… Hay que valorar a todos los que resistieron y enfrentaron a la dictadura… los que vivimos ese periodo siendo niños estamos marcados para siempre en nuestras almas… Gran respeto a todos esos padres que no se rindieron y que mantuvieron la frente en alto y enseñaron a sus hijos los verdaderos valores… Ni perdón ni olvido… Se necesita justicia para poder avanzar en un Chile justo para todos los chilenos…
ResponderEliminarQuerido Rony, tu padre, Ivan, fué la consecuencia andando, nunca sintió odio por estos lacayos del poder, se reía mucho de las historias de otros compañeros y de el mismo. Un hombre sencillo y de mucho valor. Yo tengo la suerte de haberlo conocido y haber estado muchas veces con el y estoy muy orgulloso de haber sido su amigo, todos mis amigos antiguos y nuevos lo conocen.
ResponderEliminarTu puedes estar muy tranquilo y seguro de haber tenido como padre a un gran hombre.
un abrazo.
Martín.