La meningitis meningocócica es la infección provocada por una bacteria que inflama las meninges, membranas que recubren el cerebro.
Este cuadro puede presentarse a cualquier edad, pero su agresión se hace más intensa en lactantes y niños menores de cuatro años, por lo que es fundamental que se conozcan las causas y las formas de evitar este contagio que podría causar la muerte si no se detecta a tiempo.
Existen muchos portadores asintomáticos que van dispersando la enfermedad entre la población. Así, la bacteria permanece por tiempos variables en la mucosa nasofaríngea, permitiendo la persistencia del agente infeccioso.
"Las manifestaciones más frecuentes son fiebre intensa, con marcado compromiso del estado general y lesiones en la piel de color rojo – vinoso y tamaño variable, presentándose de manera más agresiva y rápida en niños y lactantes", comenta el Dr. Renzo Tassara, pediatra de Clínica Avansalud.
Las infecciones por meningococo -al igual que muchas otras enfermedades infecciosas que afectan al ser humano-, tienen una evolución cíclica a través de los años, existiendo siempre un número endémico de casos que pueden cambiar y aumentar por diversos factores, entre ellos, los climáticos y ambientales.
En Chile, históricamente hemos observado un claro predominio de la cepa B del meningococo, pero en esta oportunidad, la cepa que ha mostrado un aumento muy significativo y que está predominando en los últimos casos en Santiago, es la cepa W135 que se presenta con mayor agresividad y una evolución más rápida en los pacientes.
"Se ha visto que esta cepa había aumentado en forma significativa en países vecinos y era esperable que con el crecimiento de las comunicaciones y viajes al extranjero de las personas, crecieran las posibilidades de infección en nuestro país", comenta el especialista.
Prevención
A través de correctas formas de higiene y un cuidado especial con los lactantes y menores de edad, se puede evitar la meningitis meningocócica. Por ello, algunas recomendaciones del especialista de Clínica Avansalud son:
- Lavado frecuente de manos, antes y después de tener contacto con alimentos o personas.
- Mantener la casa y los ambientes en general, ventilados.
- Evadir lugares congestionados.
- No exponer a los niños pequeños a lugares que tengan afluencia de público.
- Cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar.
- Evitar el intercambio de saliva a través de chupetes, mamaderas, juguetes u otros utensilios que los niños se lleven a la boca.
- Mantener una temperatura corporal adecuada, evitando enfriamientos y resfríos.
La vacuna que administra el Ministerio de Salud es un elemento importante en la prevención. En caso de presentar alguna sospecha de la enfermedad, es necesario consultar a un servicio de urgencia lo antes posible para evaluar al paciente y confirmar o descartar la sospecha, pues el pronóstico dependerá de la precocidad del diagnóstico y del tratamiento oportuno.
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