Los presidenciales del Gobierno oficialista de Sebastián Piñera recorrieron el norte, ferias libres, inaugurando obras y en el sur repartiendo besos. Así fue la campaña de los presidenciales, de el ministro de Obras Públicas y precandidato presidencial de la UDI, Laurence Golborne, pasó el último mes de viaje por el país. Que en el norte bailando saya, que en Valparaíso recorriendo ferias, que la Araucanía inaugurando obras, que en el sur repartiendo besos. En Conchalí arriba de una victoria con el díscolo de RN, Rubén Malvoa, y su esposa Karla Rubilar.
Así, en esa procesión de besos y abrazos, el ministro de los mineros paseó la risa por 33 comunas en campaña “legal”. Su número favorito y la cábala que lo llevó desde el piso al cielo del reconocimiento y le abrió un espacio entre los posibles candidatos presidenciales.
Pero esta vez, la cábala no funcionó y el ex gerente de Cencosud ha sido apuntado desde muchos sectores -incluído RN- como el rostro de la derrota de la derecha en los comicios municipales.
Algo de eso se percibía ayer en el séptimo piso del MOP en Morandé 059, Golborne sostuvo una reunión con su colega el ministro de Transporte, representantes de las concesionarias que administran las carreteras del país y autoridades viales para coordinar las medidas que se adoptarán a partir de esta tarde para evitar el colapso de las rutas por el feriado largo.
Afuera del salón 6 de reuniones de la cartera, un nutrido grupo de periodistas esperaba atento a la salida de Golborne para conocer su reacción sobre su futuro político después de la catástrofe electoral de la derecha durante las elecciones municipales. Dos secretarias y el tradicional cuadro oficial de Sebastián Piñera presidente de la República flanqueaban el despacho.
Una vez terminado el encuentro con los administradores de las autopistas, Golborne trató de enmendar el rumbo después del traspié en la municipal y optó por obviar cualquier tema político. “Yo he hablado ya todo el domingo respecto al tema político, respecto al tema eleccionario”, se excusó y pidió a la prensa enfocarse en los temas del MOP.
Después de haber prestado la sonrisa a los candidatos de la Alianza en Copiapó, Caldera, Tierra Amarilla, Pedro Aguirre Cerda, Conchalí, Estación Central, Peñalolén, Puerto Montt, Concepción, Quinta Normal, San Ramón, El Bosque, Maipú, Recoleta, Santiago, Padre Las Casas, Temuco, Nueva Imperial, Angol, Valparaíso, Olmué, Pudahuel, Coyhaique, Puerto Aysén y Parral, entre otros; el ministro no quería mojarse los pies en las aguas presidenciales después de que sus candidatos perdieran en 14 de esta lista.
En paralelo y a pocos metros de allí, en el segundo piso de La Moneda el ministro secretario general de Gobierno, Andrés Chadwick, sostenía una reunión con el ministro de Defensa Andrés Allamand en la que precisamente analizaba la derrota y el camino a seguir con miras a las presidenciales.
En la conversación, explican en Palacio, se abordó además cómo sería su salida del gabinete -un tema que ya se había tocado con Golborne- y, sobre todo en qué momento se produciría.
Aunque Allamand volvió a la carga con el cuento viejo de que será ministro hasta que Piñera diga lo contrario -aún si esto implica serlo hasta el final del gobierno-, la discusión con La Moneda se trató básicamente de cómo se va a organizar su salida.
En RN son conscientes de que más allá de cualquier impacto en la imagen de un eventual candidato, la precidencialización de la elección municipal terminó con el diseño original de La Moneda para la salida de los ministros presidenciables en la que inicialmente se planeaba un cambio de gabinete en noviembre, para cumplir con el plazo legal de los ministros que quieran optar por un cupo en el Parlamento, y una segunda reestructuración en marzo que sellará la salida de los presidenciables. Ahora, en La Moneda se consolida la opción de un solo cambio de gabinete que junto con la salida de los ministros candidatos inaugurará oficialmente la temporada del “Pato cojo”.
La UDI, que tanto quería dejar a sus ministros en el gabinete hasta marzo, apresuró su salida, cortando la posibilidad de que pudieran usufructuar de su gestión en el Ejecutivo para bien de sus eventuales campañas.
En el partido de Piñera atribuyen este error no forzado a la salida a terreno de Golborne -y en menor medida de Pablo Longueira- en la campaña municipal, una cuenta que el propio Allamand comenzó a cobrar desde el domingo de la derrota.
Esa línea siguió ayer, cuando después de su encuentro con Chadwick en La Moneda, el ex senador dijo que una de las lecciones de la votación del domingo es la importancia del trabajo de base. “La gran lección hacia adelante de esta elección es el anhelo y la importancia de la participación en todas las fases del proceso electoral. La participación es importante a la hora de la designación de los candidatos. Donde se realizaron primarias, los candidatos que fueron vencedores tuvieron una gran legitimidad y realizaron importantes campañas”, disparó el ministro hablando indirectamente de la necesidad de una primaria para definir el candidato de la alianza, la eterna prédica de Renovación Nacional durante los últimos meses.
Además, Allamand insistió con el tema del balcón, hablando de lo perjudicial del triunfalismo no sólo en la derrota de Santiago, sino también en otras comunas, repasando una vez más a Golborne y de pasada endosándole su responsabilidad general en la derrota.
Pero el antiguo miembro de la Patrulla Juvenil no paró ahí y apuntó al contenido de las campañas: “La participación es igualmente importante a la hora de la elaboración programática. Yo creo que se terminó en la política chilena esto de que un grupo de sabios determina cuales son los proyectos o cuales son los programas que a la ciudadanía le importan, y en el futuro los candidatos van a tener que hacer un esfuerzo muy grande para escuchar a las personas y construir sus plataformas con una amplia participación”.
Es decir, una construcción colectiva pero desde un proyecto político, reiterando una vez más su ventaja comparativa con su colega de gabinete, a quien ha acusado veladamente de no tener un proyecto político.
El estadista o el que toca la guitarra, ahí está la pelea.
Fuente: The Clinic
Fuente: The Clinic
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