De Camila Gutierrez
El año 85 pasaron cosas. Mataron a los hermanos Toledo, secuestraron y mataron a Santiago Nattino, José Parada y Manuel Guerrero. El año 86 asesinaron a Pepe Carrasco -periodista- y fue el atentado a Pinochet. El 87, en venganza, la dictadura asesinó a Recaredo Valenzuela, Patricio Acosta, Juan Henríquez, Wilson Henríquez, Julio Guerra, José Valenzuela, Esther Cabrera, Ricardo Rivera, Ricardo Silva, Manuel Valencia, Elizabeth Escobar y Patricia Quiroz -todos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez- en la Operación Albania y, en 1988, se votó No a la continuidad de Pinochet en medio de sospechas de fraude, un apagón y miedo a que no se reconociera el triunfo.
El año 85 pasaron cosas. Mataron a los hermanos Toledo, secuestraron y mataron a Santiago Nattino, José Parada y Manuel Guerrero. El año 86 asesinaron a Pepe Carrasco -periodista- y fue el atentado a Pinochet. El 87, en venganza, la dictadura asesinó a Recaredo Valenzuela, Patricio Acosta, Juan Henríquez, Wilson Henríquez, Julio Guerra, José Valenzuela, Esther Cabrera, Ricardo Rivera, Ricardo Silva, Manuel Valencia, Elizabeth Escobar y Patricia Quiroz -todos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez- en la Operación Albania y, en 1988, se votó No a la continuidad de Pinochet en medio de sospechas de fraude, un apagón y miedo a que no se reconociera el triunfo.
Miedo, miedo, miedo a todo y, a un lado del miedo, estaba Patio Plum con Samuel, la Monona, Manolo, Pelusa, Don Simón y el Perro Lenteja.
La metáfora del telón es obvia si es que se sabe que Juan Carlos Olmos, el hombre detrás del Lenteja, es titiritero. Es obvia pero precisa: el telón de Patio Plum era un telón feliz que se abría dentro de otro, muy oscuro. Una historia pequeñita y luminosa dentro de otra gran historia de mierda.
Al menos así lo entiende Juan Carlos. Incluso antes de ser perro. Cuando partió trabajando con títeres en la Vicaría de la Solidaridad lo que le gustaba era eso. Que la historia que contaba siempre tenía un final feliz. Que no había términos medios: se era bueno o se era malo.
¿De qué te acuerdas de ese tiempo?
-Nosotros estuvimos una vez en la población la Dávila. Llegamos al lugar y no teníamos dónde actuar. ¿Y qué hacían estos curas maravillosos? Nos prestaron el altar y, cuando estabamos actuando, atrás teníamos el Cristo crucificado ahí que nos miraba y se moría de la risa de nuestros títeres. Fue una conexión, también. Una conexión espiritual, un poquito con uno mismo. Ahí fui entendiendo que era necesario este encuentro con el espíritu.
¿Católico?
-Absolutamente católico y comprometido.
¿Qué te pasó con lo de Precht? Ya no era el cura facho el cuestionado…
-Es penoso. Pero ahí está actuando el hombre, no está actuando Jesús porque Jesús no haría eso. En nuestras oraciones permanentes estamos con un “Ojalá no sea así”. Y si es así, tiene que pagar porque es un error de hombre. Bueno. Prefiero esperar lo que diga el Vaticano pero mi opinión es que yo respeto mucho lo que él hizo por nosotros. Nosotros éramos jóvenes que estábamos tratando de cambiar el sistema, la dictadura nos chantó y ellos nos dieron el camino y la esperanza de poder seguir viviendo.
¿Cómo fue ver al Papa al lado de Pinochet siendo católico de izquierda?
-Si lo vemos por fe, el Papa es el Papa. Que estuviera al lado de un asesino no era porque lo avalara. Fue por el pueblo. Él vino por el nombre de Jesús. Yo vi a Jesús en el Papa.
Pero el Papa es una persona. Prefería la derecha que la izquierda.
-Pero no tenía odiosidad contra los comunistas. Y curiosamente, acá en Chile, los comunistas creen en Dios. Los comunistas acá no son como esos comunistas cerrados de materialismo ateo. Y yo veo al Papa como un mensajero de la vida, me daba lo mismo quien estuviera al lado.
Hay que volver atrás: 1977, Vicaría de la Solidaridad. Juan Carlos tuvo que irse de Chile porque -mientras él titiriteaba para los hijos de los detenidos desaparecidos- se juntaba demasiada gente. Demasiada gente que estaba en cosas que no le gustaban al poder. Vivió en Ecuador, estuvo en la tele, volvió, trabajó en una tienda, lo echaron, volvió a los títeres y -en eso- lo descubrieron del canal 11. Entró al Club de la gente chica y se convirtió en perro. El perro Gaspar. Un perro de hocico largo que no se parecía en nada a lo que iba a ser Lenteja.
¿Cómo parte Lenteja?
-El perro tenía que ser telemaniático. Al principio querían que no hablara. Pero Samuel, mi gran amigo, dijo: “No, yo creo que el perro tiene que hablar porque los personajes de fantasia pegan más que los humanos”.
¿Por qué no tenía cola?
-Fue tan rápido el traje que se nos olvidó la cola.
Jajaja. La palabra cachilupi y fuchi nacieron en Patio Plum…
-Sí. Don Simón decía Fuchi.
¿Quién hacía la voz de Don Simón?
-El Manolo. Es secreto de estado eso sí.
-¿Y cachilupi lo inventaste tú?
-Con la libretista. Es que soy medio disléxico y hay palabras que no podía decir. Por ejemplo, no podía decir arzobispo. No podía decir cachipún. Y cachipún quedó en cachilupi.
¿Qué onda el calor en el traje?
-Terrible. Cuarenta grados o más. Tomaba pura agua con glucosa. Después venia una ducha de agua fria y una de caliente. Estaba ahí media hora.
Pasó con Lenteja que, aunque no era el protagonista, es del que más se acuerdan todos…
-Después de años, años, años yo logré entender el significado del perro Lenteja.
¿Cuál?
-Primero, crecer con uno. Los valores que entregábamos eran muy distintos a los que se entregan hoy día: había mucho respeto a la amistad, todos los protagonistas de Patio Plum eramos antipinochetistas. Hablábamos de ser solidarios, de compartir, de cuidarse, de respetarse.
¿Cómo era para ti andar disfrazado de perro feliz con todo lo que pasaba en ese tiempo?
-Trataba de no generalizar todo el daño que se estaba haciendo en ese entonces. Yo, en lo personal, siempre pensaba que nuestro telespectador recibiera en forma muy natural nuestro juego porque eran como los escapes. Si estábamos viviendo en tristeza ¿para quá seguir viviendo en tristeza?. Era decir: éste es mi escape. Contigo me entretengo, me divierto y le doy sentido a las cosas, a la vida. Si yo no me mantengo vivo, ¿cómo voy a cambiar a mi país? Lo importante era no olvidar pero sí vivir.
Un poco la ética de la campaña del No.
-Claro. Ahí está reflejado en eso de la alegría ya viene. Bueno, todavía la estamos esperando pero tú sabes. Así es la política.
¿Cómo es?
-O sea a mi me encanta igual. Estoy esperando un cupo de candidato a concejal por esta zona. Voy como independiente a través del Partido Humanista.
¿El canal no desconfiaba de ustedes en ese tiempo?
-Sí. Siempre se chequeaba el tema de los libretos: pasaban por un proceso de censura y luego de edición.
¿Les censuraron alguno?
-Sí. Es que a veces nos arrancábamos con los tarros, especialmente en septiembre cuando teníamos que hablar del once, nos oponíamos. En el libreto venía que teníamos que recordar el pronunciamiento militar y nosotros no lo hacíamos. Después nos decían: ¿Por qué no lo dijeron si tienen que ceñirse por el libreto? Y nosotros: “No podemos hablar sobre el golpe porque este es un golpe, no un pronunciamiento”. Estábamos todos los actores en eso.
En otro canal no se las habrían pasado.
-Sí po. Si hasta llevamos a Los Prisioneros.
¿Por qué no estuviste en ese capítulo?
-Estaba ahí. Físicamente como perro no, pero sí físicamente como persona. Es que tuve una diferencia de plata.
¿Y cómo fue esa visita?
-El Manolo fue el que los trajo. Era amigo íntimo de ellos. Nos contó: “Oye, mira, hay un grupo, son de San Miguel, cantan estas canciones”.
¿Y los que revisaban los libretos no les pusieron atados?
-No cachaban nada. Los Prisioneros eran muy under todavía. Para nosotros, los que sabíamos, los cachábamos pero pasó coladísimo. Fue un gol de arco a arco.
Pasó el tiempo. Los Prisioneros dejaron de ser under, el Perro Lenteja nunca llegó a un acuerdo económico y se fue del programa y, tiempo después, Patio Plum desapareció. Los motivos -para Juan Carlos- son imprecisos: tal vez poca sintonía, tal vez problemas entre los actores y los que pagan.
Como sea: el telón de Patio Plum se cerró, llegó la democracia, la historia negra se acabó -se volvió gris- los buenos y los malos dejaron de existir -se volvieron grises- y Samuel, Manolo, Pelusa, la Monona y el Perro Lenteja empezaron vidas separadas.
¿Has vuelto a ver a alguno?
-A Samuel, es mi gran amigo. Con Manolo nunca más nos vimos. Es que no era que hubiera mala onda pero había celo de personaje.
¿Mutuos?
-No. De él a mi. Y con los demás es la distancia, no más. El perro Lenteja fue una etapa. Una etapa linda de mi vida. A veces me han pedido ir a programas de farándula, programas del recuerdo, fui a SAV una vez con el Guru Guru y me pedían decir groserías.
Guru Guru perdió la parada infantil
-Yo tengo mi opinión pero es problema de ellos. Yo no voy a hacer eso porque para los de 28 a 35 años, ésos que crecieron conmigo, es desilusionante si hablai de groserías. Te criaste con esta cuestión y después lo veís perverso, porno, erótico. Yo me quiero quedar siempre en el alma del niño. Es como el prefacio del Principito en el que se decía: “Le dedico esta historia a mi amigo Wolf, que es adulto ahora pero cuando era niño”.
Ahora dan Yingo a la misma hora que daban Patio Plum en el canal 11 ¿Lo has visto?
-Lo he visto por una cosa profesional. La cosa es si es que vamos a hacer un programa para niños o un programa infantil.
¿Cuál es la diferencia?
-Yingo es un programa para niños pero no es infantil. Los que lo ven tienen de ocho a doce años, algunos ya están pololeando, han tenido sexo y son niños-adultos. En cambio, infantil es verlo como un juego y no estar pensando en mirar a la niñita o al niñito en otro aspecto. Estamos muy avanzados y está bien, es parte de la naturaleza pero controlémonos un poco. ¿Por qué hacerlos crecer tan rápido? Si son niños. ¿Para qué entregar su cuerpo? Hay que hacer cosas interesantes. Hay que dejar de hacer el festival del poto.
Fuente: The Clinic
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