domingo, 24 de abril de 2011

Chileno Víctor Toro lucha contra la deportación en Nueva York



 Este hombre es un millonario, pero en acciones 
y solidaridad. Un ejemplo a seguir. Sera medio loco pero hay que tener agallas para hacer lo que ha hecho en las entrañas del capitalismo.

Preso y torturado durante el régimen de Pinochet, este ex mirista libra una nueva lucha contra la segregación, la pobreza, las pandillas y las drogas en el Bronx. Pero lejos de ser un silencioso ilegal, Toro alza la voz contra el gobierno estadounidense que definió su expulsión.
Luchando contra un dictador militar en Chile, hablando por los pobres en el South Bronx o denunciando la intervención de Estados Unidos en el extranjero, Víctor Toro nunca ha sido tímido respecto de sus opiniones políticas de centroizquierda. ¿Por qué debiera empezar a serlo ahora?
Quizá porque enfrenta una inminente deportación a su Chile natal, después de que las autoridades descubrieron que había estado viviendo ilegalmente en Estados Unidos desde 1984.
EMPECINADAMENTE LOCUAZ
Un conocido activista a favor de los inmigrantes y necesitados de Nueva YorkToro ha estado entrando y saliendo del tribunal de inmigración durante casi cuatro años, luchando sin éxito contra una orden de deportación e intentando obtener asilo.
Pero a diferencia de la mayoría de los solicitantes, ha seguido siendo empecinadamente locuaz fuera del tribunal: convocando a sus colegas a manifestaciones por el Día del Trabajo, pidiendo cambios en las leyes sobre inmigración y criticando al gobierno de Estados Unidos, que lo ha acusado de pertenecer a un grupo terrorista chileno en los años 70.
Incluso cuando anunció el mes pasado un recurso legal final, se salió de madre culpando alPresidente Barack Obama por no haber pedido perdón por el rol de EEUU en el golpe de Estado de 1973 que derrocó al Presidente chileno Salvador Allende e instaló en el poder algeneral Augusto Pinochet. “No se trata sólo de mi situación”, explicó Toro más tarde, “sino de las crisis que enfrentan diferentes comunidades y todo aquel que se oponga a la opresión”.
UN HOMBRE FORMADO EN LOS ‘60
A los 68 años, Toro tiene muchas razones para resistirse a regresar a Chile. Estuvo preso y fue torturado durante el régimen de Pinochet. Tiene allí pocos familiares e incluso menos perspectivas de trabajo, tras haber desarrollado una vida y una familia en la sección de Mott Haven del Bronx, donde instaló La Peñaun popular centro cultural y político.Algunos de sus más decididos partidarios desean que, por su bien, se enfoque más en su propio predicamento. “Quiere verse a sí mismo como un combatiente y parte de una lucha colectiva, pero en EEUU la jurisprudencia tiene que ver con el individuo”, dijo Temma Kaplan, historiadora de la Universidad Rutgers que ha escrito sobre Chile.
“Es como una trampa de tiempo. Estamos enfrentando estos casos de inmigración en el siglo XXI, pero él es una persona que fue formada en la década de 1960”.
LUCHA EN CHILE Y EN EL BRONX
La Peña comparte un loft con el colectivo de arte Rebel Díaz. “Siempre dijimos que no basta con expresarse culturalmente”, dijo. “Estamos en el medio de todos estos grandes problemas sociales y eso hay que incorporarlo”.
Admitió que fue uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), un grupo socialista chileno que surgió en los años 60.
Pese a que el grupo financiaba sus actividades mediante asaltos a bancos, a los que llamaba “expropiaciones”, Toro dijo que nunca participó en ellos, sino que organizaba a trabajadores.
El derrocamiento de Allende en septiembre de 1973 hizo que Toro se escondiera, aunque fue eventualmente arrestado e internado en una serie de campos de concentración donde fue torturado.
Habla poco de esas degradaciones. Fue liberado en 1977 y se fue del país. El gobierno lo declaró muerto: un mensaje, dijo, de que si regresaba podía desaparecer.
Después de haber estado en Cuba y Nicaragua, Toro obtuvo asilo con su esposa y su hija pequeña en México. Pero, sintiéndose vulnerables a agentes del régimen de Pinochet, cruzaron ilegalmente la frontera con Texas y se instalaron finalmente en el South Bronx de Nueva York. “Vi desde aquí al tercer mundo de dónde venía”, dijo.
Toro se lanzó al activismo local, ayudando a organizar a vendedores callejeros sin permiso, organizando eventos musicales y artísticos y brindando un espacio de encuentro a inmigrantes de México, la República Dominicana y Honduras.
Luego, en julio de 2007, después de asistir a conferencias sobre derechos inmigratorios en varias ciudades, se encontraba en un tren fuera de Buffalo cuando agentes de inmigración le pidieron sus papeles. Todo lo que tenía era un pasaporte chileno vencido. Fue arrestado.
PIDE UN CAMBIO DE LEY
Las audiencias judiciales se realizaron a fines del año pasado, y en marzo una jueza de inmigración, Sarah Burr, negó la petición de asilo de Toro, diciendo que su patria era ahora un país seguro porque la democracia fue restaurada en 1990.
Aún así, la jueza rechazó la afirmación del gobierno de que Toro había estado implicado en terrorismo. Y pareció simpatizar con él, diciendo que le parecía “incomprensible” que no hubiese intentado obtener antes de su arresto asilo o una tarjeta verde (documento de residencia), debido sobre todo a que su esposa y su hija son residentes legales.
Toro dijo que no había solicitado antes el asilo porque desconfiaba del gobierno estadounidense por su apoyo a la dictadura de Pinochet. Dijo que, en lugar de arriesgarse a la deportación, esperaba un cambio en las leyes sobre inmigración.
NO PUEDE CALLAR
Una apelación le permitió una suspensión temporal de la deportación. Él y su gobierno piensan argumentar que el apoyo de Toro a los derechos de los grupos indígenas lo podría poner en dificultades con el gobierno chileno.
Pero personeros de derechos humanos dicen que Chile no es el país represivo del cual huyó Toro. “Chile ha hecho avances significativos”, dijo José Miguel Vivanco, director de la división de las Américas de Human Rights Watch.Quienes apoyan a Toro temen que el sólo hecho de regresar allí le causaría estragos. Su médico, Clyde Lanford Smith, testificó que las pasadas torturas habían dejado efectos persistentes en Toro. Hizo ver ante el tribunal que, desde que fue arrestado, Toro se había vuelto silencioso y temeroso a las muchedumbres.
Sin embargo, Toro sigue siendo voluntario en La Iglesia Evangélica Española, una iglesia a donde cientos de personas van todas las semanas por una comida caliente y una bolsa de alimentos.
Ha aconsejado a adolescentes para que abandonen las pandillas y ayudado a drogadictos a ingresar a programas de desintoxicación.
El Reverendo Danilo Lachapel, pastor auxiliar de la iglesia, dice que sí: Toro se mantiene declaradamente político. ¿Debiera callar? Duda de que Toro jamás pueda hacerlo. “Pienso que se ha puesto más radical”, dijo. “Dada su trayectoria, si él se vuelve moderado de pronto, sólo haría que el gobierno sospechara más de él”.
Información recibida:


ASÍ ME TORTURÓ
MANUEL CONTRERAS 
 
"El Ministro de Justicia, Felipe Bulnes, dice no creer que la causa de los derechos humanos se vea fortalecida porque una persona muere llena de tubos, en una prisión. Evidentemente, dice eso porque ni él, ni la derecha ni los militares comprenden ni les importa la “causa” de los derechos humanos. Para entenderlo, deberían leer el siguiente testimonio, de una chilena torturada directamente por una de esas “personas”, esos despreciables “héroes” de la guerra de Pinochet, que no sólo no han pedido disculpas, sino siguen reivindicando su “gesta”.  
 En Nueva York, estado de Nueva York, Estados Unidos de América a días del mes de agosto del año dos mil, ANTE MI, Álvaro Zúñiga, Cónsul General de Chile en esta ciudad, comparece Doña Luz de las Nieves Ayress Moreno (nacida en Chile con el nombre Luz de las Nieves Ayress Moreno, ciudadana chilena, de profesión tutora, domiciliada en Nueva York, Nueva York, EEUU, pasaporte No. 6.347.871-7) mayor de edad, quien demostró su identidad con su pasaporte, y expone:
1. Hago esta declaración para ser presentada como evidencia en los casos pendientes contra el General Augusto Pinochet y sus subordinados en Chile. Esta declaración la hago bajo juramento y en pleno conocimiento del delito de perjurio. 2. Los hechos son los siguientes: Nací en Santiago, Chile el 5 de octubre de 1948. Yo ingresé al Ejército de Liberación Nacional de Bolivia, un brazo del Partido Socialista en Chile, en el año 1968, y, en 1973, seguía siendo militante y activista del ELN, trabajando con mujeres y niños en las poblaciones. También era estudiante de arte y periodismo en la Universidad de Chile. Posterior al año 1973, milité en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile (MIR).3. A pocas semanas después del golpe de estado, yo estaba en la casa de la madre de una amiga mía que estaba presa, cuando, a alrededor de las 10 de la noche, llegó un grupo de oficiales de carabineros y me arrestaron. Me esposaron y me llevaron primero a la Escuela de Suboficiales de Carabineros, y, después de dos o tres días, al Estadio Nacional. (En el Estadio los carabineros me contarían que la madre de mi amiga me había nombrado con la esperanza de salvar a su propia hija.)  En la Escuela de Suboficiales, me golpearon y me dieron cachetazos. También me tocaban el cuerpo, amenazándome con avances sexuales, y me insultaban. A los presos nos tenían en unas celdas que quedaban en la parte de atrás de la Escuela, en las caballerizas.4. Después los carabineros me llevaron al Estadio Nacional, donde estuve presa alrededor de dos semanas, siempre a cargo de carabineros y no de los militares. Me tenían en una de las torres del Estadio, sola. Yo veía abajo a los otros presos, pero ellos no me veían a mí. A menudo me interrogaban, a golpes y puñetazos, siempre encapuchada. También me insultaban; mis interrogadores tenían acentos brasileros. Eventualmente un oficial me llevó a mi casa y me dejó en libertad.  5. Me detuvieron nuevamente a mediados de enero del 1974. Yo estaba en la fábrica de mi padre, que manufacturaba artefactos de laboratorios en San Miguel, cuando llegaron muchos hombres armados, algunos con uniformes y otros no.Entre ellos estaba "El Comandante Alberto el Esteban", un hombre que había infiltrado a varios grupos y movimientos de izquierda. Yo nunca confié en él, pero un compañero del Partido Comunista le había dado mi nombre de guerra y nos habíamos visto, así que él fue el que me identificó cuando me arrestaron. (Después salió en los medios de comunicación que había un "Plan Leopardo," una supuesta acción que pretendía hacer un atentado contra las torres de alta tensión que estaban en la población Violeta Parra. Todo esto del plan fue inventado por la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para justificar el asesinato de todo el grupo de Legua. Yo caí a raíz del supuesto "Plan Leopardo".)6. De la fábrica me llevaron a la casa de mis padres, también en San Miguel, y ahí tomaron preso también a mi padre, Carlos Ayress y mi hermano Carlos ''Tato'' Ayress, y otros amigos que estaban en la casa. Yo me enteré cuando estaba en la calle Londres que ellos también estaban detenidos.  7. De nuestra casa me llevaron al centro de torturas en la calle Londres, donde permanecí alrededor de dos semanas en una celda, sola e incomunicada. Aquí fui torturada brutalmente.Los métodos de tortura incluían golpes, y choques eléctricos a todas las partes más sensibles del cuerpo, como los senos, los ojos, el ano, la vagina, la nariz, los oídos, y los dedos. También usaban un método de tortura que se llamaba "Pavo de Arara", en el cual me amarraban los pies y los brazos, me colgaban cabeza abajo, y me aplicaban choque eléctrico al ano.  Otro método de tortura que usaban es "el teléfono," en el cual me golpeaban con fuerza los dos oídos simultáneamente. Me torturaban desnuda y encapuchada.Fui torturada en la presencia de mi padre y hermano, y una vez me forzaron a intentar el acto sexual con mi padre y hermano. Me forzaban a presenciar las torturas de mi padre, de mi hermano, y de otros conocidos que estaban presos. Varias veces en el baño de Londres me violaron.  8. En una ocasión me subieron a un camión, de noche. Yo estaba encapuchada, y no podía ver. Me dijeron que me iban a matar, y yo perdí la conciencia. Luego me acuerdo de que alguien me empujó, y yo me caí del camión. Al borde del camino escuchaba como pasaban los autos. No sé si estaban intentando matarme; no estoy segura que pasó después.9. Aunque no supe quienes eran mis torturadores en el centro de la calle Londres, me acuerdo que tenían acentos extranjeros, argentinos y paraguayos. Ellos me convencieron que estábamos en Buenos Aires.Una vez durante las torturas me vino un choque al corazón, o algún tipo de ataque de corazón, y los torturadores se asustaron. Escuché una voz chilena que dijo dónde tenían que ir a buscar medicina, en la calle Arturo Prat, y así es como supe que estaba en Santiago.  De ahí en adelante me torturaban hombres con acentos chilenos. M. D., quien después supe que había dado mi nombre bajo tortura, también estuvo en Londres durante este tiempo.10. En febrero, probablemente a principios de febrero, me trasladaron a Tejas Verdes, y estaba nuevamente incomunicada, en una celda que estaba en un grupo de cabañas que se habían construido bajo el Presidente Allende como un lugar de veraneo para los trabajadores.  El centro de torturas quedaba al otro lado de un puente, en el subterráneo de un edificio, donde habían celdas de cementos. Como siempre estaba encapuchada cuando me llevaban, no sé bien como era ese edificio.11. Tejas Verdes era el lugar donde entrenaban a los militares para ser torturadores, y ahí sufrí torturas brutales. Me forzaban a hacer actos sexuales con un perro que había sido entrenado para participar en torturas.  Colocaban ratas adentro de mi vagina, y luego me daban choques con electricidad. Al recibir el choque, las ratas se desesperaban y hundían sus garras en la carne de mi vagina. Se orinaban y defecaban en mi cuerpo, introduciéndome el virus toxo plasmosis.Los torturadores me violaron en muchas oportunidades, y me tocaban sexualmente, insultándome, y forzándome a tener sexo oral con ellos.  Me cortaban con cuchillos; una vez me cortaron las primeras capas del vientre con un cuchillo, y perdí mucha sangre. También me cortaron las orejas. Aún tengo las cicatrices. Otro método de tortura era que amarraban mis brazos y pies, yo estando tendida sobre una mesa, y luego me estiraban los brazos y las piernas hasta que perdían la circulación. Muchas veces me torturaban sin interrogarme. Yo no sabía por qué me seguían torturando.12. Una vez fui torturada directamente por Manuel Contreras, a quien lo pude divisar porque la venda que cubría mis ojos estaba floja. Después lo reconocí en fotos. El me torturó con otra mujer, una alemana que estaba presa y quien a veces la torturaban conmigo porque pensaban que nos parecíamos y que quizás éramos hermanas.  Ella era la ex-mujer de Bautista van Schown. Contreras daba órdenes y supervisaba, pero también participaba directamente en las torturas. En esta sesión, él me golpeó, me dio cachetazos, y me insultó.13. En Tejas Verdes yo me puse muy débil y enferma; mi vagina y útero estaban infectados y muy dañados por la tortura.  Un sargento me traía paños y vinagre para que me tratara de curar. Una vez me dijeron que yo había tratado de suicidarme, y me mostraron un cordel colgado del techo de mi celda, pero yo no tengo recuerdo de haberlo puesto ahí, y pienso que quizá ellos lo pusieron.A través de un pequeño hoyo en mi celda yo podía ver a quienes pasaban; a veces veía a mi hermano y mi padre. A mi solo me veían los otros presos cuando los guardias me llevaban al baño. A M D. también la habían trasladado a Tejas Verdes, pero no estaba incomunicada.Ella es testigo de que yo estaba en Tejas Verdes, y probablemente vio en la condición débil en que me encontraba. Yo también fui testigo de cómo torturaban a una mujer embarazada, que se llamaba Ana María.Un doctor la supervisaba, y les decía a los torturadores cuándo podían seguir. 14. En marzo de 1974 fui trasladada a la Cárcel de Mujeres en la calle Vicuña Mackenna, en Santiago, que estaba bajo la administración de una orden de monjas carceleras.Aquí yo estuve en libre plática, y me quedé en un patio con las otras presas políticas; a las presas políticas nos tenían apartados.15. En abril me di cuenta que estaba embarazada, y esto lo confirmó el Dr. Mery, un doctor militar que ejercía en la Universidad Católica, y quien me dijo que yo debiera estar orgullosa de tener un "hijo de la patria".Mi embarazo causó gran controversia. A estas alturas mi caso era internacionalmente conocido, debido a los esfuerzos de mi madre y familia de denunciar lo que me estaba pasando, y también a que una mujer que estuvo presa conmigo en la cárcel de mujeres de Vicuña Mackenna había logrado sacar al extranjero una declaración mía.Fui entrevistada por la Cruz Roja Internacional, la Comisión Kennedy, Amnistía Internacional, la Comisión Internacional de Derecho Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, por el Obispo Ariztía de Santiago, un Dr. Phillippe, y por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, quien venía a ver a su sobrina, que también estaba presa. Un grupo de esposas de militares vino a visitarme, y me prometieron la libertad si yo no hacía más declaraciones sobre mi embarazo y mi tortura, y me amenazaron con quitarme mi hijo una vez que naciera.  16. Las monjas ofrecían ayudarme a pedir permiso para un aborto. Yo no era religiosa, pero por estar en una cárcel cuidada por religiosas, tenía que elevar una solicitud al cardenal, y del cardenal al Papa.En Chile el aborto es penado por la ley de cinco años y un día. Yo estaba muy mal físicamente, y si me hacía un aborto clandestino en la prisión me podía morir, y por tal motivo decidí tener el hijo. Después de haber sobrevivido meses de tortura y detención, no les iba a dar el gusto a los militares de morirme. Sin embargo, en abril o mayo, comencé a tener mucho dolor en el vientre, y a perder coágulos de sangre. Aborté en forma espontánea. No recibí atención médica durante el embarazo ni la pérdida.17. Yo nunca tuve un proceso legal. El General Bonilla, quien se interesó en mi caso, mandó un oficial a entrevistarme a la cárcel acerca de mi embarazo y del abuso sexual y otras torturas que había sufrido.En esta entrevista, el oficial me dijo que en un momento hubieron tres distintos procesos en contra mí, pero que los procesos eran tan contradictorios uno con el otro, que las cortes militares se declararon incompetentes en mi caso. Después hubo una orden de trasladarme al campo de concentración Pisagua, con pena de fusilamiento, pero el General Bonilla la bloqueó; él no estaba de acuerdo con el trato de los prisioneros y las prisioneras. Sin embargo, fui condenada a estar presa "en virtud del estado de sitio."18. Dos presas, M .D. y María Emilia Tijaux, estaban conmigo en la cárcel de mujeres, y son testigos del estado débil en que me encontraba. Eventualmente mi caso se puso demasiado complicado debido a toda la controversia que estaba causando, y, como no tenía condena oficial de la corte, en marzo del 1975 me trasladaron a Tres Álamos.19. En Tres Álamos, donde permanecí hasta diciembre del 1976, fui sometida nuevamente a violaciones, amenazas, insultos, y otras torturas sicológicas. El Comandante Pacheco, quien estaba a cargo de Tres Álamos, me abusaba constantemente, sometiéndome a acosos sexuales durante casi dos años. Le gustaba pasearse por el campo de concentración conmigo a su lado. Yo estaba muy débil, y me desmayaba con frecuencia. Me quedaba en una celda con ocho otras compañeras. Otra presa, Marcia Scantlebury, también fue muy abusada por el Comandante Pacheco.20. En la primavera, no me acuerdo en qué mes, nos trasladaron a las prisioneras de Tres Álamos por un mes a Pirque, en la cordillera, porque venía a Chile un grupo de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y querían evitar una visita a Tres Álamos.Fue para dar una buena imagen ante la delegación de la ONU. Yo estaba muy deprimida, y me sentía ansiosa. Comía y lloraba mucho. La belleza del lugar de alguna manera me quebró psicológicamente.21. Después de un mes nos llevaron de vuelta a Tres Álamos. Seguimos organizándonos para hacer trabajos de artesanía para vender afuera. Nacieron tres guaguas, y las cuidábamos entre todas. Mi madre y mis tías me visitaban en Tres Álamos. En esta época mi madre estaba haciendo las gestiones para que yo pudiera salir a Alemania.22. En diciembre, salí expulsada de Chile por la dictadura con 17 compañeros y compañeras. La dictadura publicó un decreto especial para expulsarnos, dejándonos sin derecho de regreso. En esta lista estaban Gladys Díaz, Víctor Toro, Luis Corvalán, y 15 compañeros más.Muchas organizaciones internacionales, como la Cruz Roja, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, y "CIME", ALTO COMISIONADO DE LA N.U. y la solidaridad de los pueblos del mundo, ayudaron a sacarme. En Berlín tenía conocidos, y me quedé con Nuria Núñez, y también con Gilde Botay. En este tiempo me dedicaba a denunciar públicamente lo que estaba pasando en Chile, y viajé mucho.23. En octubre o noviembre del 1977, me fui a vivir a Cuba, y ahí recibí atención médica en el Calixto García, un hospital de La Habana.Me trataron por un virus toxo plasmosis, con el cual había sido infectado por las ratas, y que ataca la córnea del ojo. No podía tener hijos, y me reconstruyeron la vagina y todo mi cuerpo para poder engendrar.También me trataron por infecciones vaginales, por decalcificación, y por sordera, causada por la tortura "el teléfono." Me operaron los pies, que me habían golpeado mucho, y me arreglaron las cicatrices que tenía en el vientre y en las orejas. No me acuerdo de todos los tratamientos que recibí. el hospital tomó interés en el caso de mi familia, y nos entrevistaron a mí, a mi padre y a mi hermano, y nos dieron terapia psicológica. Cuba era la única parte del mundo donde nos podíamos operar ya que el costo era muy alto y ahí todo fue gratis.24. He tenido muchas secuelas físicas y sicológicas debido a la tortura que sufrí en Chile. Tengo dolor permanente en el cuello, las manos, las rodillas y los pies. Tengo marcas y cicatrices en todo mi cuerpo.Cuando veo una rata, tengo un reflejo de dolor en mi vagina.También tengo un estado de ansiedad constante, y he tenido pesadillas y depresión. He superado algunas de las secuelas sicológicas, por ejemplo, el miedo al encierro que me surgió a causa de las violaciones que sufrí en el baño del centro de torturas de la calle Londres.Pero sigo siendo muy sensible emocionalmente. Mi familia fue destruida, dividida y toda mi vida cambió después del golpe militar.25. Estoy dispuesta a viajar a Chile para atestiguar sobre mi caso, y los casos de mi hermano y mi padre.
ANTE MÍ QUE DOY FE:
Luz de las Nieves Ayress Moreno

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