Mails anónimos, llamadas amenazantes, tórridos romances entre supuestos agentes de inteligencia y universitarias, son parte de los elementos que se incluyen en la historia de los académicos de la UTEM que colaboran para la ANI.
A 40 años del golpe de Estado que inició una larga dictadura de 17 años, la sospecha sobre las actividades de los aparatos de inteligencia estatal se mantienen. El sigilo con el que actúa la Agencia no colabora a disipar las dudas. Si bien se entiende que la naturaleza de su labor requiere cierto nivel de secreto, ¿cómo se relaciona el servicio de inteligencia del Gobierno con los movimientos sociales?.
Este fin de mes cesará sus actividades en la Universidad Tecnológica Metropolitana el profesor Alejandro Hernández, quien es a su vez funcionario de la Agencia Nacional de Inteligencia, ANI, tal y como revelara hace dos semanas El Dínamo.
La investigación publicada por este medio constató que Hernández había ocultado a sus superiores de la UTEM sus funciones en la ANI, hasta que un oficio reservado de Contraloría alertó a la casa de estudios ya que el trabajador social aparecía con doble contratación en el aparato público. Cuando esa información se expandió por los pasillos del plantel, generó una controversia que llevó al director de la Escuela de Trabajo Social, Rafael Pizarro, a solicitarle la renuncia al entonces académico.
Además del escándalo desatado en las aulas, llegó a la casa de estudios superiores una nota desde la Agencia reclamando por la filtración del informe reservado de Contraloría que puso en evidencia a Hernández. Como defensa, funcionarios de la UTEM señalan que el citado dictamen nunca tuvo el timbre de “reservado” que se acostumbra en estos casos, por lo que la información circuló libremente por diversas oficinas durante varias semanas del 2012.
A pesar de todo, el funcionario de la ANI no se alejó de la casa de estudios estatal, ya que desde rectoría mantuvieron el vínculo asignándolo como coordinador del Magíster de Políticas Públicas y Seguridad Ciudadana. Eso, hasta la semana pasada cuando Hernández presentó su renuncia formal a la Universidad, la que había sido solicitada por el Centro de Estudiantes de la carrera.
Los otros nombres
Días después que El Dínamo revelara la situación de Alejandro Hernández, un correo electrónico firmado por Pablo Ruiz (pruiz936@yahoo.cl) llegó a la casilla electrónica de este medio preguntando: “PROQUE RAFAEL PIZARRO SIGUE OCULTANDO A OTROS PROFES DE LA ANI…ROSALES, CARICEO Y ANALIA CARVAJAL????? TRABAJADORES UTEM” (sic). El correo se envió con copia a Rafael Pizarro, director de la Escuela de Trabajo Social.
Según afirman en la Universidad, después de este correo electrónico autoridades del plantel se contactaron con el Centro de Estudiantes de Trabajo Social, a quienes les confirmaron que las personas nombradas sí tienen relación con la ANI. Pero a diferencia de lo sucedido con Hernández, esta información es conocida por el plantel.
Pablo Rosales, profesor y militante del Partido Socialista, trabajó en la Agencia durante el gobierno de Michelle Bachelet, y actualmente dicta la cátedra de Acercamiento a la Realidad y supervisa prácticas profesionales.
Analía Carvajal, también profesora, ha colaborado esporádicamente con el organismo estatal, y en la Escuela de Trabajo Social dicta los ramos de Administración y Derechos Humanos.
Oscar Cariceo se desempeña actualmente en la ANI y fue estudiante de la Escuela de Trabajo Social. Durante ese periodo fue el presidente de la Juventud Socialista en el plantel, y el 2006 dictó el Taller de Acercamiento a la Realidad Social II. Además, es Magíster en Antropología y Desarrollo Social de la Universidad de Chile y ha seguido estudios de Trabajo Social en la Universidad de Pittsburgh.
El pasado del profesor Hernández
Esta semana Alejandro Hernández se alejará definitivamente de la institución académica, dejando una estela de polémica a su espalda. Claro que las controversias no son algo nuevo en su vida.
Quienes conocen a Hernández desde sus tiempos de estudiante secundario, cuentan que en la década del 80 fue un activo miembro en la rearticulación de la Federación de Estudiantes Secundarios, FESES, desde donde fue reclutado por la Juventud Socialista. Algunos años después ingresó a estudiar Trabajo Social en la UTEM. Quienes se relacionaron con él en ese tiempo relatan que “era más bien piola, no se metía mucho, aunque iba a las asambleas”
Ya en la década del 2000 comenzó a trabajar en la Cárcel de Colina, donde fue presidente metropolitano de la Asociación de Directivos, Profesionales y Técnicos de Gendarmería. Alguien que lo conoció en esas labores comenta que “siempre ha tenido muy buena labia, y un discurso bien incendiario, por lo que su carrera fue meteórica”. En las elecciones del 2006 logró la tercera mayoría de la votación nacional de la organización, quedándose con la tesorería de ésta.
Fue ahí cuando se produjo un episodio que se emparenta con lo ocurrido en la UTEM éste último año. “Si bien era puntudo en los discursos, al momento de pasar a la acción siempre prefería seguir dialogando con las autoridades”, cuenta uno de los dirigentes de la época. En ese tiempo el Director Nacional de Gendarmería era Alejandro Jiménez, del PRSD, con quien se decía que Hernández tenía una cercanía evidente. Paralelamente a su actividad gremial, el ex profesor universitario formaba parte de la llamada “Brigada Socialista de Gendarmería”, grupo que aglutinaba a los militantes PS de la institución y que operaba entre las organizaciones de funcionarios.
En una reunión nacional de todos los grupos gremiales el entonces presidente de los oficiales, Coronel Christian Alveal, logró dejarlo pálido. En medio de una discusión lo increpó: “Tu dices que abogas por la unidad, pero todos sabemos que entraste por la ventana por haber trabajado en La Oficina”, le dijo, haciendo referencia a la Oficina de Seguridad Pública, organismo creado por el gobierno de Aylwin luego del asesinato de Jaime Guzmán, con el objetivo de controlar a los grupos subversivos creados durante la dictadura y que entonces seguían operando. Después de eso, Hernández se retiró de la reunión y al año siguiente comenzó su trabajo oficial como académico de la UTEM.
Las huellas de la ANI
Según la Ley, el trabajo de quienes prestan servicios en la Agencia Nacional de Inteligencia es de carácter reservado. La norma 19.974 establece que los objetivos de la ANI son la producción de inteligencia y la aplicación de medidas de contra inteligencia para “detectar, neutralizar y contrarrestar las acciones de grupos terroristas, nacionales o internacionales, y de organizaciones criminales transnacionales”. Además de proporcionar información directamente al Presidente de la República y coordinar los demás servicios de inteligencia del Estado”.
En este caso no hay claridad sobre si ese trabajo de inteligencia se relaciona con la infiltración de centros de estudio y colectivos políticos, aunque la ley así lo permite. Cuando El Dínamo se contactó con Alejandro Hernández, éste se limitó a señalar que “agente no es un término correcto (para referirse a su labor), porque no está definido así en la ley ni dentro de lo que nosotros como profesionales hacemos”, a lo que agregó que su trabajo se limita a realizar análisis, los que afirma están relacionados con “la prospectiva y análisis estratégico”.
El escándalo del profesor que en forma paralela trabajaba en la ANI tuvo un segundo aire cuando se supo que el entonces académico mantenía un romance con una de sus alumnas, Silvana Poduje, quien comentó bajo cuerdas a sus cercanos que “ayudaba a Alejandro haciendo perfiles de algunos estudiantes”. Ante las críticas surgidas por parte de sus compañeros de estudios, Poduje se limitó a reclamar que “estaban exagerando”, ya que ella solo ayudaba a la problematización que Hernández hacía del “fenómeno social”.
Después que se filtraran estos datos, la Escuela de Trabajo Social se convirtió en una verdadera olla a presión. Según cuentan estudiantes y profesores. A su vez, el ex profesor ha sido increpado por sus ex alumnos por su trabajo paralelo, a algunos de ellos ha planteado abiertamente que “en la UTEM hay muchos funcionarios de la ANI”.
Las reacciones por este caso han sido variadas y han incluido amenazas a quienes han revelado información. Profesores y estudiantes, que optaron por resguardar su identidad, indicaron que uno de los mecanismos de amenaza han sido las llamadas y los correos electrónicos anónimos revelando antecedentes de su vida personal. De hecho, una alumna ya presentó ante la Justicia un recurso de protección.
La inquietud se mantiene entre los miembros de la comunidad universitaria, donde se ha instalado la desconfianza debido a los antecedentes surgidos a partir de este caso. Las preguntas quedan en el aire. ¿Cuál es la labor real de los llamados profesionales de la ANI?, ¿el trabajo que realizan en universidades es paralelo a sus actividades en la Agencia, o ambos están relacionados?, ¿es cierto que se elaboran perfiles de los activistas estudiantiles?, ¿es suficientemente clara la actual legislación que rige al aparato de inteligencia del Gobierno?.
PATRICIO BASTÍAS: “SIEMPRE HAN EXISTIDO, EL PROBLEMA FUE QUE AQUÍ LOS PILLARON”
El Secretario General de la UTEM, Patricio Bastías, conversó con El Dínamo y aseguró que siempre han existido infiltrados en el aparato público. Además, descartó que la Universidad pueda tomar alguna medida especial con los docentes que colaboran con la ANI.
¿Por qué empiezan a surgir tantos nombres de docentes de la UTEM que colaboran con la Agencia Nacional de Inteigencia?
A nivel nacional siempre han existido gente que está buscando información por todos lados. Los tenemos en las fuerzas policiales, investigaciones y carabineros, y si se da eso en las instituciones públicas es porque andan detrás de alguna información por situaciones coyunturales. Si yo lo miro ahora, la coyuntura era el cambio del gobierno de la Concertación a un gobierno de derecha y necesitaban insertarse y saber quienes eran los que aquí hacían movimiento. El problema fue que aquí los pillaron.
¿La Universidad avaló esta situación?
No, no, no. La Universidad respeta la cosa laboral, aquí no estamos segregando a nadie. Esta rectoría no hace un check list de los antecedentes políticos de nadie, o sea, entra por la cosa académica. Si alguien lo contactó y contrató fue por una situación académica y no por algo político.
¿Pero y qué pasa si esos académicos son en realidad agentes en busca de información?
¿Y cómo vamos a saber nosotros eso? Si yo te contrato a ti, pido algunas referencias menores y te entrevisto. Pero no voy a pedir tus referencias políticas, ni religiosas ni sexuales. Ni foto tampoco, son situaciones que hace tiempo se superaron en Chile.
¿Qué va a pasar con los profesores que siguen en la UTEM y están vinculados a la ANI?
Insisto, nosotros no podemos hacer nada con eso. Mira, nosotros acá tenemos más de siete mil alumnos, me imagino que más de alguno ha sido capturado por alguno de estos grupos, se me ocurre. ¿Cómo puede la universidad determinar si esta ejerciendo o está en búsqueda de algo? Me voy más atrás, yo estudié en dictadura, y aparecieron dos alumnos a nivel intermedio que eran muy raros. En ese tiempo relacionamos que eran gente insertada de los militares o la CNI que querían saber cosas… y así era. Pero la universidad los aceptó porque llegaron a través de un traslado.
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