viernes, 14 de diciembre de 2012

El negro año para la empresa Agrosuper y el cierre de su mayor inversión de la historia.


Por Hector Carcamo.
Un año de puras malas noticias para una empresa que prometía mucho. El viernes 30 de noviembre de 2012 el gobierno anunció la autorización para que Agrosuper reabriera la planta de cerdos de Freirina, su mayor inversión en la historia con casi US$ 800 millones proyectados, y que casi triplicaría su producción de cerdos.

La noticia pareció positiva para la compañía pero escandalizó a los vecinos de Huasco, quienes salieron a las calles. La idea de la empresa duró poco, pues una semana después anunciaba el cierre de la planta por la obligación que imponía el gobierno de producir sólo al 50 % de la capacidad.
Las fechas parecían jugar una mala broma a Gonzalo Vial, dueño de la principal empresa de alimentos del país.
Exactamente un año antes la empresa había sufrido uno de los más duros golpes en su historia. Y también lo asestaba este gobierno: el Fiscal Nacional Económico (FNE), Felipe Irarrázaval, denunciaba ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (Tdlc) la colusión entre Agrosuper, Ariztía y Don Pollo en el mercado y pedía un multa de más de US$ 80 millones para las tres compañías, además de otros US$ 18 millones para el gremio que las reúne.
Hace pocos días el TDLC liberó los primeros documentos de la investigación, constatando parte de los argumentos que permiten conocer en detalles la tesis de la FNE contra las empresas, en especial sobre cuotas de producción y exportación.
El mismo mes de diciembre de 2011, tres semanas después de la denuncia de la FNE, Agrosuper (la principal empresa del rubro con casi US$ 2.000 millones de ingresos al año) acudía por primera vez al mercado de capitales para recaudar financiamiento de sus planes de inversión.
Aunque planeaba colocar hasta UF 8 millones y por distintos plazos (de 7 a 21 años), al fina sólo colocó UF 5 millones (US$ 215 millones), al plazo más largo. Junto con ello, la tasa de interés superó lo planificado, pues originalmente apostaban a 3,8 % y terminó en un punto más (4,78 %).
Por su parte, las AFP, asiduos inversionistas en grandes compañías con utilidades predecibles, no concurrieron a la operación, aunque fueron invitados, lo que obligó a depender del aporte relevante de family offices.
Pero las malas noticias no concluirían ahí.
En un par de meses vendría Freirina, la planta de cerdos que debería convertirse en la más grande del mundo, comenzaría a operar y con ello aparecerían los malos olores que gatillaron las protestas.
En mayo de 2012, la situación llegó al extremo y la compañía suspendió las operaciones en medio de fuertes movilizaciones de los vecinos. Desde entonces y hasta ahora, la empresa intentó revertir los cuestionamientos, pero esta semana sus deseos de mantener a flote los US$ 500 millones ya invertidos terminaron por reconocerse inútiles.
Los planes eran que la planta eventualmente contribuyera el 25 % de los flujos del negocio de los cerdos y la importancia que la empresa le da al proyecto es que este año decidió no repartir dividendos y destinar la totalidad de las utilidades (unos US$ 200 millones) al plan de inversiones, en el que destaca el desarrollo de la planta faenadora de cerdos en Huasco. Los US$ 214 millones que recaudó con la colocación de un bono a fines del año pasado fueron en su mayoría destinados al mismo proyecto.
El negocio de cerdos es el principal de Agrosuper, representando un 38 % de sus ingresos al cierre de septiembre de 2011, de los cuales un 58 % se genera en Chile. Le sigue con un 30 % la venta de pollos y más atrás salmones, cecinas y pavos.
El gerente general de Agrosuper, José Guzmán, hizo duras críticas al gobierno en una entrevista con radio Futuro. Según Guzmán, el gobierno cambió las “reglas del juego”, lo que hizo inviable que continuara funcionando la planta.
Explicó que hubo cambios profundos en temas administrativos y no ambientales. “En la nueva resolución se nos cambiaron tan significativamente las reglas del juego, no del punto de vista ambiental, si no en el ámbito administrativo”.
Y remató diciendo que “no son las medidas medioambientales las que nos hacen cerrar el proyecto, son las exigencias productivas que no tienen antecedentes técnicos, no tienen justificación… También hay medidas administrativas como construir infraestructura que no tiene nada de medioambiental”.
Este proyecto implicaba un incremento gradual de su generación de caja a partir de 2013, para llegar al peak a partir de 2018 (Ebitda estimado de US$ 120 millones)”.
En paralelo, la compañía, que planeaba abrir un 15 % de la propiedad en bolsa, se inscribió en agosto de 2011 en la SVS, pero hasta ahora la decisión ha sido postergada.
La historia puede empeorar si la FNE le responde con una nueva mala jugada. Desde comienzos de 2011 viene investigando la toma de control por parte de Agrosuper de Sopraval, la mayor productora de pavos del país (con casi el 75 % del mercado), donde subió de 40 % al 100 % de la propiedad por US$ 115 millones a comienzos de ese año.
Si no es suficiente, su negocio acuícola se desploma. A septiembre de 2012, Agrosuper redujo a menos de un tercio sus ganancias de hace un año, desde $ 82.455 millones a $ 24.244 millones, producto principalmente de la caída en el margen bruto del rubro acuícola de $ 50.293 millones, afectada por la baja en los precios y un ajuste negativo del fair value.
Y en septiembre pasado realizó su segunda colocación de bonos. El objetivo  planteado por la empresa era recaudar UF 3,5 millones (US$ 160 millones, pero sólo llegó a UF 1,5 millones (US$ 70 millones) a una tasa de 3,78% anual, “bullet” a cinco años.
Las clasificadoras siguen analizando la situación de la compañía. Fitchratings, que tiene clasificada a la compañía en A, informó a fines de noviembre pasado que mantiene la nota en creditwatchnegativo, dependiendo de lo que pase con Freirina. Feller Rate, en tanto, la mantiene en AA- y con perspectivas negativas desde mayo, aunque en los últimos días no ha hecho ninguna comunicación.

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