Berta Silva lleva mucho años en esto de hacer clases. Comenzó como profesora básica hace dos décadas y media en Combarbalá, Región de Coquimbo, cuando los colegios públicos instalados en zonas rurales representaban la única opción para los hijos de los trabajadores agrícolas. Pero ya ninguna zona es tan apartada. Y el número de niños en edad escolar ha disminuido drásticamente.
De hecho, hasta el año pasado Berta sólo tenía tres alumnos en la escuela José Ignacio Zenteno. Un establecimiento pequeño, unidocente, que dicta clases entre primero y sexto básico y que atiende a los niños de la localidad de Quillay, ubicada a 55 kilómetros de Combarbalá. Y de sus tres estudiantes, dos pasaron a séptimo básico y emigraron a un colegio de Ovalle. El tercero no soportó la idea de pasar todo el día solo en una sala de clases y le pidió a su mamá que le buscara otra escuela.
Hoy, la única esperanza de esta profesora para continuar enseñando en la localidad es una niña que en 2014 tendrá los seis años necesarios para entrar al colegio. Mientras tanto, la escuela José Ignacio Zenteno cerrará sus puertas.
Lo mismo que otros 41 colegios públicos, según un sondeo realizado por La Tercera en 282 comunas del país. En total, 2.300 alumnos que buscaron nuevos establecimientos, ya sea por opción o por obligación.
La mayoría de los cierres de algunos de los 5.537 establecimientos públicos del país obedecen a la baja matrícula que se genera en la mayor competencia con el sector particular subvencionado (en 2011, este sector concentraba el 46,5% de la matrícula ) y en la caída en la población escolar (entre 2002 y 2010, los menores de 15 años disminuyeron en más 374 mil, casi 9%).
Las comunas más afectadas son Chillán y La Florida, Los Muermos y Río Negro (en Los Lagos), Talca, La Cisterna, Angol, Lago Ranco y Lebu. En éstas, cerrarán entre dos y cuatro escuelas este año.
En peligro de extinción
El cierre de colegios públicos parece una constante año tras año. En 2011, el sector municipal educaba al 37% de la población escolar, pero el año pasado esta cifra bajó a 34%. Y cada punto que desciende, significa que los municipios dejan de recibir $ 16 mil millones en subvenciones.
Pero lo que resalta en esta ocasión es que 32 de los establecimientos que cierran en 2013 son rurales (74%). Es decir, la mayoría cuenta con un solo profesor por establecimiento y con menos de cinco alumnos por curso. El José Ignacio Zenteno, de hecho, tiene sólo una sala de clases, una oficina, un comedor, cuatro baños y una casa trasera, donde dormía la profesora.
“Existen, además, dos escuelas unidocentes con un alumno y una que tiene dos alumnos. Esos establecimientos también podrían ser cerrados el próximo año”, cuenta el director de Educación de Combarbalá, Cosme Robledo.
La población escolar en esta comuna es de 1.781 alumnos, que recibe clases en sus 32 recintos. Y el problema con las escuelas rurales, explica Robledo, es que no pueden ser fusionadas, porque “recorrer la distancia entre una y otra tarda por lo menos una hora y media”.
“Es difícil sostener colegios con poca matrícula”, dice Robledo: “Mantener un recinto completo, pagar cuentas y sueldos, resulta demasiado caro”.
En sus 25 años enseñando en esta comuna, Berta sólo ha impartido clases en dos colegios. El primero cerró sus puertas por la misma razón que la escuela Zenteno. “A veces no sé si quedarme, igual me quedan poquitos años para jubilar, pero es tan lindo trabajar con los niños del campo. Uno los moldea, no están tan contaminados como los de la ciudad”.
Las últimas secuelas del terremoto
Después del terremoto del 27/F, Chillán resultó con varios de sus colegios dañados. La mayoría ya fue reparado, menos dos recintos. Se trata de Javiera Carrera y Diego Barros Arana, los que se fusionarán. La precaria infraestructura trajo consigo poca matrícula en los colegios, según el director (s) de Educación, Víctor Arriagada.
Son cerca de 500 alumnos que compartirán espacio con el liceo Narciso Tondreau, ya que el nuevo recinto aún no se empieza a construir. “Recién demolimos los dos colegios”, explica Arriagada.
A los anteriores se suman otros tres, que también se cerrarán: escuelas rurales que, en promedio, tenían menos de 10 alumnos. “Era insostenible mantenerlos, sobre todo porque a pocos kilómetros hay otros colegios”, cuenta la autoridad. Para compensar el cambio, la municipalidad ofreció a los apoderados transporte escolar gratuito. En total, la comuna de Chillán cerrará cuatro recintos, quedando con 42 colegios.
Comunas que luchan por mantener matrículas
En 2008, Pedro Aguirre Cerda contaba con 5.080 alumnos. Hoy atienden a un poco más de cuatro mil. Si bien han perdido matrícula, en el último período ha sido una de las comunas que se ha destacado por frenar el cierre de establecimientos. “No está en nuestros planes cerrar ninguna escuela. Nos hacemos cargo del déficit”, explica la jefa de Educación, Valeska Galarce.
Según la autoridad, la comuna ha apostado por planes estratégicos. Entre éstos, asistir a las casas de los alumnos para incentivarlos y motivar a los padres a matricular al resto de sus hijos. También han visitado a los cursos de octavo básico para motivarlos a continuar sus estudios en los liceos municipales. “Hacemos seguimiento de casos. Si un estudiante falta, se llama a la casa y se le pregunta al apoderado las causas. La idea es que no deserten”, explica.
Una realidad similar se da en San Joaquín. Aquí las autoridades municipales han apostado por contratar a docentes y directores de excelencia por medio de concursos públicos y a mejorar la infraestructura de los ocho colegios.
Según el alcalde, Sergio Echeverría, desde 2008 la matrícula se ha mantenido en cuatro mil alumnos. “Esperamos no cerrar colegios. Tenemos un recinto que cuenta con poca matrícula, pero gracias al resto de establecimientos se logra financiar”, dice.
Otra de las estrategias es un plan de alerta temprana que tiene dos objetivos: detectar a alumnos que estén a punto de desertar y reintegrar a los desertores. “Para esto, nos acercamos a las familias, quienes reciben apoyo sicosocial”, explica.
Litueche: de 12 a 7 colegios en menos de 10 años
Los tres alumnos de la Escuela Santa Julia de Litueche no asistirán más a clases en su recinto. No es el único en esta comuna, ubicada en la Región de O’Higgins. Litueche ha perdido matrícula de forma sostenida. Tanto así, que la municipalidad cerró cinco establecimientos desde 2004. Hoy sólo cuenta con siete colegios, cinco son rurales.
“En algunas localidades no hay población en edad escolar, en otros se ha visto un movimiento demográfico: las familias se están concentrando más en las zonas urbanas”, dice Javier Figueroa, director del Departamento de Educación. En Litueche no hay establecimientos particulares ni con subvención compartida, pero la matrícula sigue bajando.
Rosalba Farías, profesora y directora de la escuela Santa Julia durante 34 años, cuenta que el colegio partió como una iniciativa de los dueños de la Hacienda Santa Mónica para los hijos de sus trabajadores: “Funcionó 15 años así y después se cambió de lugar, pasó a ser público y dejó el nombre de la hacienda para llamarse Julia como la dueña de ésta”. Cuando ella llegó al establecimiento en el año 78, recibió a 58 niños.
Hoy Litueche tiene una población estimada de 5.608 habitantes, y en 2012 se atendieron 1.112 niños en todo el sistema de educación, 92 menos que en 2008.
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