
Para muchos, hablar de Adriana Rivas
es hablar del cuartel Simón Bolívar y de la brigada Lautaro de la
Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). Un lugar conocido como el
infierno en la tierra, de donde ningún prisionero salió con vida. Ese
cuartel contaba con una burocracia maligna, compuesta de agentes y una
secretaria. Un lugar donde se organizaban asados, olimpiadas deportivas y
“pichangas” en medio de las muertes, de los lamentos y de las manchas
de sangre esparcidas sobre el piso.