Jorge Pizarro Álvarez, dirigente de los bodegueros de Walmart-Chile:
“La tarea es crear una nueva Central Única de Trabajadores para el siglo XXI con los principios de Clotario Blest”
La travesía creativa desde un sindicato clandestino hasta la democratización colectiva de una organización masiva que no piensa detenerse.
Por: Andrés Figueroa Cornejo
Como si el reloj-control que determina la medianoche de obreros azules fuera el orden natural de las cosas, ingresamos al tercer turno del centro de distribución logístico de la transnacional usamericana del retailer planetario, Walmart en Chile (http://es.wikipedia.org/wiki/Walmart_Chile). De estas bodegas donde se transita en tres minutos por cámaras de 30º grados bajo cero y 30º grados sobre cero, salen las mercaderías que alimentan a la cadena de supermercados Líder, Ekono, Líder Mastercard y SuperBodega ACuenta, Central Mayorista y Espacio Urbano en sus formatos diferenciados según la segmentación social de los consumidores.
Pero Walmart compró la industria al grupo económico Ibáñez sólo hace unos meses. La familia Ibáñez proviene en línea directa de Carlos Ibáñez del Campo, presidente chileno en dos oportunidades: alrededor de los años 30’ y de los 50’ del siglo pasado. El militar y político fue un fascista en regla: participó en un par de golpes de Estado antes de acceder al Ejecutivo mediante elecciones; se acriminó con comunistas y homosexuales, creó la fuerza de carabineros (a la italiana), se concentró en la policía política, y adoptó un programa nacional-desarrollista basado en el rol del Estado de conciliación de clases y promotor de la industria de sustitución de importaciones, como ocurrió al mismo tiempo en otros países periféricos del mundo. Por eso sus descendientes fueron bendecidos económicamente por la dictadura cívico-militar de 1973. A modo de agradecimiento y en los albores de los gobiernos civiles de los 90’, levantaron un busto del general Pinochet en medio de la corporación, como si fuera una dependencia castrense, y entre sus colaboradores centrales estuvo el reconocido violador de derechos humanos y ex embajador de la tiranía en la ONU y su ex delegado en la OEA, Sergio Diez o “Harry, el sucio” (http://es.wikipedia.org/wiki/Sergio_Diez).
La cadena de supermercados Líder se llamó comercialmente D&S en los 90’ y Dos Álamos durante la dictadura. Así fue entregada para la distribución de mercadería a la familia Ibáñez por el general Pinochet. Posteriormente, entre 2009 y 2010 comenzó el proceso de traspaso y venta desde el grupo Ibáñez a la transnacional Walmart, una de las tres corporaciones que controlan el retailer a escala global.
Jorge Pizarro es dirigente del Sindicato de Trabajadores Bodegas LTS D&S-Walmart y relata que incluso “miembros del Ejército visitaron varias veces a la empresa para estudiar el sistema logístico que se usaba aquí. Nosotros mismos, los trabajadores, tuvimos que enseñarles el modelo de abastecimiento AS400 (http://es.wikipedia.org/wiki/AS/400). Ya estábamos en los gobiernos civiles”.
La dignidad
“El 98% de los trabajadores/as de las bodegas de Walmart-Chile está sindicalizado. Por eso somos una de las organizaciones más importantes del rubro en el mundo”, dice Jorge Pizarro Álvarez, ex militante de las Juventudes Comunistas y combatiente antifascista durante la tiranía, y añade que “El sindicato nació el 2006, cuando estaban los Ibáñez. Ahí se realizó la primera negociación colectiva, con 256 trabajadores. El logro más valioso que obtuvimos fue la dignidad. Era lo que buscábamos ante tanto atropello, horarios de explotación sin fin, maltrato psicológico y físico. En esa época no teníamos idea de cuánto tonelaje de cajas con mercadería cargábamos por persona. Hoy sabemos que en cada uno de los tres turnos diarios, de 7.5 horas cada uno, el trabajador mueve entre 600 a 700 cajas que pesan 40 kilos por unidad.”
-¿Cuál era la remuneración de un bodeguero al 2006?
“De un trabajador recién ingresado, igual al salario mínimo. Si se enlistaba en el sindicato, comenzaba a gozar de los reajustes porcentuales conquistados. Y el promedio de edad de los obreros es de 30 años. Ahora, al 2014, la remuneración promedia los 600 mil pesos (USD1.000).”
Del sindicato clandestino a la colectivización masiva de la organización
-¿Cómo se generó la organización?
“Con unos compañeros teníamos el objetivo de crear un sindicato y me enteré en la propia Inspección del Trabajo que ya existía uno. Lo que ocurre es que se mantenía prácticamente clandestino. Era un activo que no superaba las 30 personas. Entonces nos sumamos en masa, llegando a los 256 que negociamos por primera vez. Luego de un mes, como no alcanzamos acuerdos con la empresa, nos lanzamos a una huelga que duró 26 días, a 48 horas de la navidad. Estábamos recién haciendo nuestras primeras armas. ¿Cómo podíamos negociar en buenas condiciones frente al grupo económico Ibáñez, uno de los más poderosos en Chile, cuando en general en el país la inmensa mayoría de los trabajadores, y nosotros no éramos la excepción, ni siquiera ha participado en un sindicato? Lo único que ganamos en plata fueron 5 mil pesos (USD8,5) para la locomoción. Pero lo que podría haber significado la destrucción de la organización en su primera pelea, lo transformamos en una adquisición estratégica: el respeto mediante el mejoramiento de las condiciones laborales elementales y un sistema de retiro voluntario genuino con una indemnización al 150% en relación a lo dispuesto por la ley.”
-Hasta el 2006, esto era una cárcel dura y pura…
“Antes del 2006 había incluso un gerente que impedía la salida de los trabajadores que ya habían cumplido su jornada con dos perros y una escopeta. La amenaza de despido era permanente y violenta. Ahora ya estamos mucho más organizados y maduros. De hecho, adicionalmente a la cuota sindical, hoy todos aportamos una plata a un fondo de ahorro para enfrentar los avatares de una negociación colectiva y la huelga, tal cual en los orígenes del movimiento obrero y las mutuales, donde las cuotas de los asociados estaban destinadas principalmente a resistir el período que puede durar una huelga. No existe nada nuevo que no contenga lo mejor de nuestra propia historia como asalariados.”
-¿Cuáles fueron los efectos inmediatos de una huelga y negociación tan peculiar, en un país donde la dictadura, antes que todo, se encargó de hacer trizas a la organización de la clase trabajadora, desaparecer, asesinar, torturar, encarcelar y exiliar a sus dirigentes? Vale recordar que el propio Salvador Allende en su famoso discurso final se despide especialmente de las y los trabajadores. Ni siquiera hace mención de los propios partidos políticos que estaban adentro o afuera de la Unidad Popular. Es decir, lúcidamente, Allende evidencia que el fascismo se dejará caer fundamentalmente sobre la clase obrera organizada.
“En efecto. Muchos de nosotros sabíamos eso entonces. La cuestión es que después de la negociación de 2006, la gente se integró masivamente al sindicato. Para la negociación de 2008, alcanzamos un 99% de sindicalización, en un Chile cuya fuerza de trabajo asociada no alcanza el 15%. De hecho, hasta nos dimos el lujo de no aceptar a algunas personas en la organización.”
-¿Y bajo qué criterios?
“Contábamos con una comisión de disciplina que había hecho acopio de quejas de diversos compañeros sobre el comportamiento “apatronado” de algunos jefes de área y/o de turno. Esa decisión fue resuelta democráticamente en asamblea. Es decir, fue una medida sancionada colectivamente.”
Las condiciones de explotación
-¿Qué enfermedades y accidentes están asociadas al tipo de labor que efectúan los bodegueros?
“Atropellos de máquinas transportadoras, golpes, problemas en la espalda. El tonelaje de carga que cada uno de nosotros acumula en el cuerpo, comienza a hacerse visible con el paso del tiempo. Por eso hemos concluido que en la condición de seleccionador de pedidos, el cargo inicial en la empresa, sólo se puede durar 4 años físicamente. Después hay que renunciar o irse, porque las mutuales –empresas privadas de salud laboral- no reconocen ninguna de nuestras dolencias como enfermedades profesionales. Hemos sufrido accidentes muy graves, como el desprendimiento de pies. Los accidentes más severos se producen en las temporadas altas de exceso de producción (períodos de mayor demanda del retailer, como fiestas de fin de año, fiestas patrias, etc.). Hay bodegueros que se emplean en los galpones especiales destinados a los congelados (carnes), donde trabajan a 30º bajo cero. Ese es un trabajo pesado, pero no existe un sistema de regulación más allá de lo que indica el Ministerio de Salud en la ley 954, que sólo indica parcialmente cómo debe funcionar la labor humana bajo esas condiciones. Hay muchas fichas técnicas que establece un experto en prevención de riesgos y que están ligadas a la falta de concentración, de glucosa, de alimentación adecuada. Por ejemplo, una persona diabética no puede trabajar con los congelados. Sin embargo, legalmente el ámbito está en pañales. ¿Por qué? Porque es primera vez que en Chile opera un sistema de bodega de congelados como el que existe en Walmart. Lo que hay en el país son frigoríficos, pero son muy distintos a los congelados. En los frigoríficos la temperatura es mayor, mucho menor el tiempo de exposición del trabajador al frío, y los compartimentos son muy pequeños en términos comparativos. De acuerdo a estándares internacionales, los bodegueros que laboran en semejantes circunstancias, no pueden estar expuestos más de 20 minutos, luego de los cuales deben salir uno a uno y en compañía de otra persona. Pero aquí carecemos de salas de recuperación. Piensa que de menos 30º, se puede salir del galpón hacia una temperatura de 30º de calor (60º de diferencia), en segundos. Ahora bien, este sistema lleva apenas dos meses de funcionamiento y todavía desconocemos sus consecuencias.”
-¿Qué ha hecho el sindicato frente a estos problemas?
“En la penúltima negociación colectiva realizada el 2011, nos concentramos en el plano del trabajo pesado, donde se le permite al trabajador a jubilarse con 5 años de anticipación. Aquí cabrían perfectamente los bodegueros de los congelados, y están quienes cargan tonelaje excesivo.
Luego nos impusimos como desafío conocer en detalle el modo en que somos explotados, cuál es la tasa de accidentabilidad real, cómo son los sueldos, cómo se pagan; de dónde salen los recursos para sostener el área de logística (toda vez que Walmart gana por las mercancías que vende a boca de consumidor), etc.”
-¿Y cuál fue su principal conclusión?
“Que nuestro trabajo como centro de almacenamiento y distribución de mercadería, se traduce en un abaratamiento de los costos para la empresa. Es decir, el capital gana por el arriendo de almacenaje de mercaderías y por su reparto a los múltiples centros de venta. Somos parte de la cadena de la valorización del capital.”
Los trabajadores controlan la producción y la contabilidad real de la empresa
-Jorge, en esta oficina de la organización dentro de la misma bodega, pende una fotografía de Clotario Blest (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116912)...
“No es ningún accidente romántico. Como Clotario Blest, nos conducimos de acuerdo a la convicción de que el pueblo trabajador es el protagonista de su propia liberación. Debido a ello, en la actualidad contamos con un mapeo completo de nuestra labor y, en consecuencia, llevamos un estricto control de la producción. Sabemos cómo se mueve la empresa y conocemos perfectamente nuestras necesidades. Aplicamos un sistema basado en lo que hizo el brasileño Lula cuando fue dirigente sindical. Esto es, poner el control de la producción al servicio de nuestros intereses. Así, colectamos información mediante los socios que se desempeñan en el conjunto de las partes de la empresa, y la ingresamos a una matrix. En síntesis, mediante ese método accedimos a la base misma de las negociaciones con el empresariado. Descubrimos hasta robos y casos de corrupción entre las gerencias que luego derivaron en sus despidos por la misma empresa.
Lo más difícil fue destruir el individualismo brutal originado en la dictadura y que se repite hasta hoy. Liquidamos los bonos de producción por persona y los convertimos en un beneficio común. Comenzamos a entregar estímulos morales a los mejores socios del sindicato frente a los “premios emocionales” de la compañía. Claro que debemos, cotidianamente, superar la contradicción entre el beneficio individual sistémico frente a la necesidad de la labor colectiva. Y como vector de nuestras negociaciones, mientras el patrón quiere producir más y pagar menos, nosotros asumimos el criterio de ganar más y trabajar menos. Esa es una de las “leyes” de nuestra lucha. Al final de la negociación de 2008 conseguimos aumentar al doble los salarios. Incrementamos el sistema de buses de acercamiento para los trabajadores. Hoy el sindicato administra 5 mil horas del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SEMCE), y los socios son los que deciden qué quieren estudiar. Podemos entregar hasta 5 becas de estudios universitarios, más un pozo adicional de 5 millones de pesos anuales para los trabajadores que deseen ingresar a la enseñanza superior. El criterio para entregar las becas tiene que ver con el compromiso de que quienes las usen luego viertan sus conocimientos entre los propios compañeros. Y para que estudien tranquilos, ordenamos nosotros mismos los turnos.”
-Es archi-sabido que una de las políticas sustantivas del capital, tanto para obtener ganancias rápidas, fortalecer la hegemonía financiera, como para reproducir el control social por arriba, es el endeudamiento individual. ¿Hacen algo al respecto?
“Aquí nos vienen a vender de todo, y la cultura del consumismo, aumentada por las carencias propias de nuestra extracción de clase, nos impone un desafío que debemos enfrentar urgentemente.”
-¿Y en las negociaciones posteriores?
“Consolidamos y aumentamos los derechos conquistados. Y fíjate que hasta ahora no he dicho una sola palabra del clásico bono de fin de conflicto que, lamentablemente, es a lo que se reduce la inmensa mayoría de las negociaciones colectivas de la minoría de los trabajadores que, estando sindicalizados, tienen la fuerza y organización suficientes para negociar algo en Chile. Ese bono lo transformamos en parte del salario mensual. Por otra parte, conseguimos, a través de mesas de trabajo permanentes, negociar prácticamente todos los días.
Clotario Blest: la experiencia, los principios y el fuego que no cesa
-Pero ustedes son dirigentes convencidos de la necesidad de la unidad de la clase explotada…
“Jamás lo olvidamos. Por eso hoy estamos embarcados en el acompañamiento, asesoría y formación de nuevos sindicatos. Y no cobramos. Es más, estatutariamente tenemos un ítem para colaborar con sindicatos más pequeños.”
-¿Podrías sintetizar los principios básicos del sindicato?
“Somos autónomos. Todo lo decide democráticamente la asamblea: desde las cuestiones más simples, hasta los petitorios para las negociaciones. A mitad de mandato, un dirigente puede ser revocado de su cargo con el 50% más uno de la asamblea. No dependemos de los empresarios, ni de los partidos políticos tradicionales, ni de ninguna central sindical. En especial de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), después de que en las elecciones parlamentarias de 2009 y sin preguntarle a nadie, su entonces presidente y actual secretario general, Arturo Martínez, fue candidato a diputado por el Partido Socialista. Le fue mal en las votaciones y, con elástico, volvió a la presidencia de la multisindical como si no hubiera ocurrido nada. Ahí se rompió la relación. Por lo demás, no creemos que ninguna central sindical existente sea representativa de la clase.
En los últimos tiempos del mandato de Arturo Martínez en la dirección de la CUT, junto con el alcalde de Quilicura (zona norte de Santiago, donde está la bodega), un militante de la ultraderechista Unión Demócrata Independiente (UDI), abrió una casa del trabajador en el territorio. Se multiplicaron las diferencias. La CUT entonces se involucró con Juan Moreno, un dirigente de la Federación de Trabajadores de Sindicatos Líder cuando era propiedad del grupo Ibáñez, y condujo una negociación de la mano con la empresa para crear un acuerdo marco que no les entregó a los trabajadores ningún mejoramiento salarial ni de condiciones de trabajo. Hasta hoy, Juan Moreno trabaja por un sueldo millonario para Walmart, y al mismo tiempo es asesor de la CUT que dirige Bárbara Figueroa. Y tampoco nos representa, toda vez que sigue siendo una extensión del gobierno de turno. Es más, me gustaría saber cuántos dirigentes que están en la CUT interpretan y representan a la clase trabajadora, como me gustaría saber cuántos están trabajando realmente. Que la conduzca una militante del comité central del Partido Comunista (PCCh), como Bárbara Figueroa, no significa nada a mediados de la segunda década del siglo XXI en Chile. El Partido Comunista de Chile es una secta.
Ahora bien, en estos momentos la Federación de Sindicatos Líder (Walmart), que se encuentra en medio de una huelga (http://sindical.cl/2014/12/8-mil-trabajadores-de-supermercado-lider-en-huelga-a-nivel-nacional/), tiene otros dirigentes, otra categoría de luchadores y luchadoras. Los consideramos como a nuestros pares. En este sentido, estamos en un proceso de conjuntar en una sola organización a todos los trabajadores de la compañía y negociar todos juntos, al mismo tiempo y directamente con la gerencia. Para allá vamos.”
-¿Cuál es, entonces, el camino del nuevo sindicalismo chileno?
“Unidad, trabajo en equipo, independencia, etc. La verdad es que la tarea es formar una nueva Central Única de Trabajadores con los principios básicos de la CUT de Clotario Blest, de acuerdo a las formas presentes del trabajo y el capital. Y lo podemos hacer. No tengo dudas.”
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